viernes, 11 de diciembre de 2009

DG: la plegaria

Entre el amplio catálogo de genialidades de WA Mozart destacaría hoy su habilidad para crear belleza dentro de la belleza, enfatizar lo sublime, llevar hasta la saturación los sentidos, añadiendo una perla musical allí donde ya fluye toda la música del mundo.
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Recogiéndose sobre sí mismo, nos eleva a la trascendencia, haciéndonos gritar en desesperación gozosa ¡Por dios, para ya Wolfie, que me salgo del cuerpo!
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En los finales de sus grandes óperas tenemos un buen ejemplo de este don: la gracia con la que va introduciendo, en una cadena casi sin fin, nuevos temas, nuevas dinámicas, nuevo dramatismo, haciendo bailar a los personajes en una danza celestial. Y en medio de esa pura pureza, acierta a introducir un fragmento, un pasaje, un perdón, una plegaria, rompiendo el ritmo musical por un instante, y que nos arroba por impregnación.
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Pensemos en el angelical perdón de la Condesa “Più docile io sono” del final de Le Nozze di Figaro, o en el de la ilustración musical de hoy: “Protegga il giusto cielo” el terceto de máscaras del finale primo de Don Giovanni. Modula la tonalidad en las cuerdas, las cuales, desapareciendo, dejan la trascendencia a las maderas, y la súplica en las voces de Anna, Elvira y Ottavio, cantando al Cielo:
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Lisa Della Casa, Donna Elvira
Elisabeth Grümmer, Donna Anna
Leopold Simoneau, Don Ottavio
Wiener Philharmoniker
Dimitri Mitropoulos (1956)

6 comentarios:

GLÒRIA dijo...

Primero y pricinpal, agradecerte Barbe que me hayas enlazado virtualmente. Haré lo mismo con gran placer.
Envidio tu pasión por Mozart que a mi a veces me entusiasma y otras no. Desde luego, Don Giovanni me parece una magna ópera y jamás pondría en duda su genio tan versátil pero, para mi gusto, excedido en producción, como demasiado obediente a su maldita facilidad para la composición.
Todo dicho con sumo respeto y con interés en saber tu opinión.
Recibe un afectuoso saludo.

Josefina dijo...

La genialidad de Mozart, nos arrebata el alma. Es tal su perfección que alberga un solo desatino: se adueña de nuestros sentimientos, magnifica nuestras emociones y nos hace soñar con los imposibles que alimentan los deseos, pero nos impide sumergirnos en la música por ella misma, sin definiciones, como la luz que invadiera nuestra esencia sin más querencia que dejarnos "ser luz", por el sólo hecho de existir.
Adoro a Mozart, le culpo de querer ser el dueño de mis sensaciones, es increible... Nos ha aprisionado con su virtuosismo musical y con su apasionante personalidad.
Gracias Barbebleue.

Allau dijo...

Me gusta mucho casi todo Mozart, pero has mencionado quizás los dos momentos más delicadamente maravillosos de todas sus òperas (con "Soave sia il vento"). Gracias Barbe!

Barbebleue dijo...

Gloria, hablamos de pasión y ahí poco puedo opinar, salvo tal vez apuntar que dentro de una escuela harto similar, Mozart siempre permanece reconocible en su diversidad y se distingue por esa chispa trascendente, genio sublime, chip prodigioso, que supera su propio estilo; y nos abre ya las puertas al más puro romanticismo desde el tardobarroco (luego dirán que era conservador)

Con poco más de media docena de óperas mayores, tampoco podemos hablar de "excedido en producción" (algunos lo consideran un defecto)
Tal vez te estás refiriendo a lo que yo llamaba saturación de los sentidos: esa "polimelodía" cantabile tan suya, ese exceso de música, le sobran notas?

Salvando algunas obras muy de infancia, encuentras esos rasgos geniales ya en su temprana producción: la Betulia, el concierto Jeunehomme, los cinco para violín,...

(al final me he excedido yo y no sé si me he explicado)

Josefina, tan sólo añadiría a lo que apuntas, que es capaz de hacernos felices elevándonos desde lo popular hasta el refinamiento, de la piedra al aire.

Allau, ese aria del Cosí va muy en la línea etérea, frágil, celeste, a la que me refería. Pero tiene una entidad más individual, más cerrada. Puestos a añadir señalaría la genial introducción de la melodía de coral durante las pruebas de la Zauberflöte...

Gracias y saludos a los tres.

Titus dijo...

Gran fragmento sobre el que muchas veces pasamos sin fijarnos, pero es que hay tanto en lo que fijarse en la obra de Mozart... Ah, y una versión inmejorable en todos los aspectos.

Barbebleue dijo...

Una versión de reclinatorio, sí.