by kind permission of Klaus Meyer (norwegianlight.com)
Casi con toda seguridad Edvard Grieg es el compositor noruego,
nacido en Bergen, más conocido en el vasto universo de la llamada Música
Clásica. Y en gran parte es debido a una obra sinfónica: las suites para
orquesta Peer Gynt.
Grieg fue parte destacada del colectivo Euterpe que hizo
frente al germanismo musical imperante, abanderando una escuela popular de
profunda fibra romántico-nacionalista.
Pero Grieg es mucho más que una obra. En concreto su Concierto
para piano y orquesta en la menor op 16 consiguió un lugar destacado en el gran
repertorio romántico casi desde su estreno en Roma en 1870. Tomando como modelo
el Concierto de R. Schumann, sus gélidos aires escandinavos, mecidos entre un
profundo lirismo y un virtuosismo à la
mode, fueron alabados hasta por el mismísimo Liszt (en especial su cadencia final le
dejó boquiabierto)
Dicho Concierto, breve pero intenso, se estructura en tres
movimientos:
I. Allegro molto moderato: dos temas
bien definidos, una danza popular “halling” y una elegía, que se desarrollan amplia y globalmente.
II. Adagio: música nocturna que expande,
a través de las cuerdas con sordina, la bruma sobre el fiordo. Poesía musical
para la chimenea. attaca
III. Allegro moderato e marcato-Quasi
presto-Andante maestoso: una nueva danza que contrasta con un suave cantabile hasta la explosión de la
cadenza final.
Escuchemos los dos últimos movimientos en la lectura que el
legendario Svjatoslav Richter, el gran pianista cálido y romántico, ofreció en
Praga en 1977 acompañado por la Orquesta Filarmónica de Moscú dirigida por
Kiril Kondrashin. Una gozada, se lo aseguro.
(vídeo Barbebleuei)